Hoy me arreglé porque sí.
Me levanté.
Me bañé.
Me perfumé.
Me puse ropa que me gustaba y que me quedaba linda.
Decidí pintarme y no escatimar en el esfuerzo, ni hacerlo apresuradamente.
Cuidadosamente arreglé mi cabello y di maquillaje y color a cada área de mi rostro.
Me arreglé porque sí.
No había citas planeadas, ni reuniones organizadas.
No había eventos ni conciertos a los que asistir.
Me arreglé porque sentía que la vida se me iba… y ¿por qué no decidir disfrutarla?
Tomé a mis hijos y me inventé una salida. El lugar era lo de menos, solo estar juntos valía la pena.
¡Lo pasamos increíble! Nos reímos, caminamos, conversamos y de pronto todo cobró sentido.
No me arreglé porque sí. Me arreglé porque mis hijos se lo merecen. Cada día con ellos es especial.
Me arreglé porque yo me lo merezco. No necesito un gran acontecimiento para que el día cuente.
Recordé que soy yo quien le asigna valor y particularidad a cada día… y ¿por qué no hoy?