«Y Dios creó al ser humano a su imagen […] Hombre y mujer los creó […] Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno». Génesis 1:27, 31
Vivimos en un mundo que pretende hacernos creer que tenemos la libertad de elegir hasta nuestro sexo. Sin embargo, no hay nada más alejado de la realidad. Dios es claro y enfático en este tema. Él te hizo mujer, hermosa, femenina y delicada. Con tus virtudes y también con aquellas cosas que no te gustan tanto.
A continuación te comparto un fragmento del libro La batalla de cada mujer joven, escrito por Shannon Ethridge y Stephen Arterburn, el cual te va a bendecir mucho:
Si alguien te preguntara: «¿Qué es el sexo?», ¿cómo le responderías? Si eres como la mayoría de la gente, es probable que te sonrojes, aclares tu garganta, y tartamudees hasta que logres pronunciar la palabra «pene» y «vagina» a fin de explicar el mecanismo para hacer bebés. Quizás te sorprenda escuchar esto, pero esa respuesta es incorrecta. Acabas de definir el coito.
La última vez que llenaste un formulario en la escuela y viste la palabra sexo con una línea para completar, ¿escribiste «virgen» o «no virgen»? ¡Por supuesto que no! Escribiste «femenino». Dios nos hizo a todos como seres sexuados, ya sea masculinos o femeninos. Nuestra femineidad o masculinidad son una expresión de quiénes somos. Desde que nos conciben hasta que dejamos el cuerpo terrenal y pasamos al hogar celestial somos sexuados. Eras sexuada cuando vestías a tus muñecas Barbie, cuando comenzaste a depilarte las piernas y cuando lloraste la primera vez que te rompieron el corazón. No es necesario que tengas actividad sexual para que seas sexuada. Eres siempre un ser sexuado, y eso es algo que no puedes cambiar.
Según el diseño de Dios, tu sexualidad femenina difiere de la sexualidad masculina. El contraste entre nuestros cuerpos físicos es solo el comienzo de las diferencias entre los hombres y las mujeres. Y es fundamental que entiendas estas distinciones para que guardes tu pureza sexual y ayudes a otras chicas y chicos a hacer lo mismo.
Una vez que las diferencias están claras, podemos pasar a un tema más profundo. Muchas chicas y chicos hoy en día luchan enormemente para aceptar su sexualidad, el diseño que Dios ha elegido para ellos.
Quizás el rechazo de tu sexualidad se deba a unos padres que se ilusionaron con que fueras niño en vez de niña. Existen papás típicos que visten a sus nenas como varoncitos y les enseñan mecánica o albañilería. Muchas veces los padres reflejan sus frustraciones en sus hijos y hacen que ellos se críen con un tremendo autorrechazo.
Tal vez el hecho de haber sido criada en un hogar de padres que están constantemente peleando y discutiendo provoque que inconscientemente nos opongamos al patrón del hombre y la mujer debido a tantos malos recuerdos y ejemplos.
Si haz tenido dudas con respecto a tu sexualidad, nada te dará mayor seguridad que oír las palabras que Dios tiene para decirte. Tu verdadera identidad se encuentra en él, quien como tu único Creador te puede guiar al plan original que tuvo en mente cuando te soñó, te pensó y te diseñó.
Si te encuentras atravesando un momento de dudas existenciales sobre tu sexualidad, no tienes que enfrentarlo sola. Recurre a alguna mujer madura de confianza que te ayude a orar y te aconseje al respecto. Quizás juntas puedan recibir algunas recomendaciones de alguien profesional que te ayude a enfrentar este momento de confusión y ver las cosas con mayor claridad.
Dedica unos minutos a darle gracias a Dios por haberte hecho mujer y a pensar en los rasgos que te hacen única.