Este título me lo sugirió mi amiga Wilkzhie y me encantó la idea, ya que las chicas somos así, bien soñadoras. ¿O no? ¡Somos supersoñadoras! Y nos gusta imaginarnos lo que vendrá. Nos vemos el día de nuestra boda, y más adelante casadas (aunque todavía no tengamos ni novio), nos imaginamos cocinando algo para nuestra familia y hasta las caritas de nuestros hijos. ¡Y qué bueno que somos así, porque Dios nos hizo con esa hermosa capacidad de imaginar! Esos sueños nos dan esperanza y nos mantienen expectantes en cuanto a los próximos años y en qué nos convertiremos.

Es muy probable que si te quieres casar, un día lo hagas; que si quieres tener hijos, en algún momento los vayas a tener. Y no tengas miedo de estar a la altura de las circunstancias cuando te toque vivir esas experiencias. Pon todos tus deseos y anhelos en las manos de Dios y simplemente espera lo mejor. Con seguridad vas a ser una buena mujer para tu esposo y la mejor madre para tus hijos si te ocupas ahora de sembrar en tu interior semillas que más adelante den un buen fruto.

Además, lo interesante es que por más que lleguemos a imaginarnos algo grande, un futuro hermoso, lo más increíble, Dios siempre supera nuestras expectativas. Sus pensamientos son más altos que los nuestros. Sus caminos son más altos que nuestros caminos. Sus planes para tu vida son mucho más excelentes que los tuyos. ¡Él lo supera todo! Si hoy me preguntaras si hace diez años atrás me imaginaba estar donde estoy y hacer lo que hago… ¡te diría que ni en mis más remotos sueños! ¡Así de sorprendente es nuestro Dios! De modo que aunque ya desees algo y trates de imaginártelo, déjate sorprender por todo lo que te espera más adelante, querida amiga.

Ahora bien, si nos enfocamos un poco en los aspectos prácticos, hay algunos pasos que podemos ir dando ahora mismo para dirigirnos a esos lugares tan añorados. Permíteme hacerte algunas preguntas para que sirvan como disparadores de tu imaginación y puedas meditar en ellas:

¿Cómo te ves de aquí a diez años?

¿Te ves trabajando afuera o en casa?

¿Te ves ya casada?

¿Te ves con uno o más hijos?

¿En qué lugar físico te imaginas?

¿En qué país?

Ya sé que no podemos predecir el futuro y que el tiempo mismo muchas veces cambia el rumbo de nuestras vidas. Sin embargo, muchas de esas respuestas dependen de tus decisiones de hoy. ¿Te ves perfeccionando tus estudios o ya en el campo laboral? Ve averiguando dónde puedes estudiar lo que te agrada. No dejes que las distracciones momentáneas te alejen de tus aspiraciones importantes.

Me encantaría encontrarme contigo en diez años, que nos tomáramos una buena taza de café y me contaras con lujo de detalles cuántas cosas buenas te han sucedido. Estoy segura de que serán muchísimas más de las que hoy puedes imaginarte. Tener fe es vivir con una expectativa alegre de que nos irá muy bien. ¡Vive cada día anticipando las sorpresas que Dios tiene planeadas para ti! Recuerda lo que dicen la Escrituras: «Lo que ahora existe, ya existía; y lo que ha de existir, existe ya. Dios hace que la historia se repita» (Eclesiastés 3:15). O como dice este versículo en otra versión bíblica que me gusta mucho: «Dios conoce el final desde el principio».