Es imprescindible que como ministros de alabanza recordemos que la adoración no está ligada a ningún instrumento, estilo musical o cantos determinados. La palabra griega que describe adoración es /proskuneo/ de pros, “hacia”, y kuneo, “besar”. y su etimología nos sugiere los siguientes significados: inclinarse, humillarse, postrarse, mostrar reverencia, adorar, besar hacia delante (como un súbdito que besa la mano de su Rey). En el Nuevo Testamento la palabra especialmente denota homenaje rendido a Dios y al Cristo que ascendió al cielo. Todos los creyentes rinden un culto unidimensional al único Señor y Salvador. (Tomado de las definiciones de la Biblia Plenitud).

Por lo tanto “adoración”, lejos de estar ligada a la música, ¡es una actitud del corazón!

Por años hemos asociado adoración con canciones, con un estilo musical y hasta con una “parte” de nuestro servicio de la iglesia (las “canciones lentas”); cuando en realidad la música es sólo un vehículo, podríamos decir hasta una excusa para derramar nuestro corazón en gratitud como consecuencia de un amor tan grande… ¡en respuesta a un Amante tan grande!.

Y en este sentido los verdaderos adoradores no son los músicos virtuosos (aunque considero que la excelencia en todas las áreas refleja el reino de Dios) sino más bien aquellos que son capaces de ser “provocadores de encuentros divinos” entre el pueblo y su Dios.

Y ha sido muchas veces esa concepción equivocada la que sólo nos permite asociar en nuestra mente la palabra adoración con el Rey David, el dulce cantor de Israel. Y verdaderamente sus composiciones, su manera de expresar adoración a Dios han influenciado aun hasta nuestros días, tanto que sus Salmos son cantados hasta hoy e inspiran muchos de los cantos que escribimos como adoración a Dios; y cabe también mencionar que David poseía una creatividad del Espíritu Santo que hasta le permitió crear instrumentos musicales… pero recuerda que adoración no tiene que ver con música… ¡ni con músicos! Va mucho mas allá.

Adoración es un Abraham respondiendo en obediencia a Dios, capaz de hasta sacrificar a su único hijo, lo que más amaba, lo que más le había costado. De hecho esta es la primer mención bíblica de la palabra adoración (Génesis 22::5).

Se trata del pasaje en que Jehová le pide a Abraham sacrificar a su único hijo, Isaac. Después de haberlo tenido en sus años de madurez y luchar contra la infertilidad de Sara, aun así el Señor le pide su mayor tesoro a Abraham, seguro de que SU AMIGO no fallaría en esta prueba de fidelidad.

 

“Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.

Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.

Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto. Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.”

Génesis 22:5-18

Que increíble! Me toca el corazón como actúa nuestro Dios. Piensa por un momento ¿dónde está tu tesoro?. ¿Qué podría estar desviando tu atención de Dios?. Ahora que tengo el privilegio de ser mamá, comprendo perfectamente lo que habrá sentido este papá. Su Dios pidiéndole que le rinda lo más preciado, el tesoro más grande.

Pero luego de tal acto de adoración genuina, viene la recompensa: la protección sobre Isaac y la promesa para el adorador. Puedo casi ver una sonrisa gigante en el rostro de Dios y su corazón estallando de satisfacción por que su Amigo no le ha fallado.

Ha demostrado con hechos que Dios sigue estando en el primer lugar de su vida, y por lo tanto, sin poder negar su misma naturaleza generosa, el Señor se desborda en favores con su siervo Abraham y lo convierte en el padre de naciones.

¿Puedes sentir ese abrazo de Dios después de cada acto de adoración que le das?…

 Adoración es una mujer con un vaso de alabastro, que en respuesta a un perdón tan grande se atrevió a desafiar la vergüenza y el “qué dirán” con una acción que resuena y recordamos hasta nuestros días. Aunque no se menciona su nombre en ninguno de los tres evangelios en los que se encuentra esta historia, pero sí su condición de pecadora. (Mateo 26:7; Marcos 14:3; Lucas 7:37).

“Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa.

Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;

y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.”

Lucas 7:36-38

 Adoración es la actitud de los miles de “anónimos”, gente sin nombre, que responden en obediencia a tanto amor!! Los que Dios despierta a cualquier hora y acuden a su cita.

Adoración es Jesús. El ejemplo supremo de humillación, de morir a sí mismo para cumplir la voluntad y el propósito del Padre Amado. El rindió una adoración tan genuina que ganó la salvación para toda la humanidad! Este tipo de adoración nos habla de someternos a Dios, de obediencia, de rendición, de sumisión, de amor genuino e incondicional, aun de amor y compasión por la gente.

Es mi oración hoy que Dios literalmente te despierte a la madrugada para que experimentes esos encuentros divinos, y que te conviertas en provocador de esos encuentros entre quienes te rodean, tu familia, tus amigos y tu Dios. ¡Esas madrugadas con el Señor han transformado mi vida, y espero que tú también puedas experimentarlo!