¡Las chicas y el amor! Uno de nuestros temas favoritos. Si eres como yo, probablemente sueñes y te ilusiones con ese príncipe azul que todavía no llega. Aunque el mío ya llego, yo era de esas chicas que vivía enamorada de algún muchacho, hasta que me daba cuentas de que eran puras ilusiones y ¡no pasaba nada!
Los estudios indican que cuando hay una relación cercana entre padres e hijos por un tiempo prolongado, eso reduce los riesgos de que los jóvenes corran a tener relaciones sexuales. Cuando en nuestra casa no hemos tenido el ejemplo de una relación amorosa entre nuestros padres, tendemos a buscar una imitación barata para cubrir esa falta de amor. Pero esos noviazgos o experiencias sexuales apresuradas nos causan mucho más dolor.
El amor se aprende de los modelos que vemos y los que más nos influyen son nuestros padres. Pero ¿qué pasa cuando no hemos tenido modelos correctos? ¿Qué pasa con la mayoría de los jóvenes de hoy que vienen de familias segregadas y no tuvieron la experiencia de vivir en un hogar feliz, donde todo era color de rosa y donde el matrimonio era honrado? Muy pocos provienen de un hogar, dulce hogar. Nuestros adolescentes, por lo general, no han tenido esa imagen paterna que admirar, ese modelo fuerte pero amoroso que sabe poner límites para proteger, pero que también sabe expresar afecto y amor. De esa carencia se derivan tantos otros problemas emocionales. Los chicos están buscando algo que satisfaga su necesidad de amor, aceptación, aprobación, afirmación e intimidad. Y cuando no encuentran eso en la casa, iglesia y escuela, intensifican su búsqueda en otras áreas que no son tan saludables, como el sexo. Pero nada satisface como buscar en el lugar correcto.
Alguna vez viste a una pareja y te preguntaste: “¿cómo hizo ese tipo para estar con esa chica tan linda”? La respuesta es muy sencilla: la hizo sentir amada y le habló palabras de afirmación que en la casa nunca le habían dicho. Llenó ese vacío que por años la lastimó y ella se aferró a él con uñas y dientes para suplir su carencia afectiva. Quizás ni siquiera son el uno para el otro, pero las chicas caemos muy fácilmente ante las promesas de los chicos, y ellos tienen una habilidad muy especial para endulzarnos los oídos.
Por eso es imprescindible que antes de ponernos de novios nos relacionemos íntimamente con Dios. El es quien puede llenar ese vacío emocional, sanar las heridas del pasado, borrar los momentos dolorosos y ocupar el lugar de Padre amoroso que te sostiene, te escucha y guía hacia un puerto seguro. “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos”. Salmos 27:10
Ninguna relación construida sobre emociones heridas puede prosperar. El consejo es que antes de entablar alguna relación con alguien, pases tiempo con Dios y le permitas sanar tu corazón. De esta manera estarás preparándote para bendecir a quien será tu futuro compañero y no llegarás con traumas a esta nueva relación. Corre a los brazos de Tu Padre, recibe su aceptación y amor gratuitamente y no te apures a correr a los brazos de cualquier muchacho.