Creo que todas las chicas experimentamos una montaña rusa de emociones, que muchas veces nos juegan una mala pasada. De por sí, como mujeres somos sentimentales, y sumamente emocionales. Pienso que esas son características buenas que todas compartimos. El problema surge cuando somos tan extremadamente emocionales que dejamos que las circunstancias determinen nuestro estado de ánimo y no somos capaces de dominar nuestras reacciones y palabras que pueden herir a los demás.

La palabra de Dios nos dice que una de las cualidades que el Espíritu Santo de Dios produce en nosotras es el dominio propio. Entonces una consecuencia de nuestro caminar con Dios tiene que ser la autodisciplina, la cual produce un balance en nuestras emociones.
¡No le echemos la culpa a “esos días” del mes en que las hormonas femeninas están particularmente revolucionadas! El balance emocional solo puede venir como resultado de un proceso de sanidad del alma, amiga. Otra vez, la fuente de nuestra plenitud y restauración es el Creador.

¿Nunca te has enojado contigo misma por la forma en que reaccionas o te comportas con los demás? Yo sí. Hasta hoy mismo muchas veces me desilusiono de mis actitudes, palabras y reacciones. He aprendido que cuando noto que mis emociones están a flor de piel y estoy demasiado sensible, hay algo interno que tengo que resolver.
Quizás alguien a quien perdonar…
Quizás heridas que olvidar…
Quizás rendirme una vez más y volver a depender de Dios…
Quizás desahogarme con alguien de confianza, que pueda escucharme y que me aconseje sabiamente.
Quizás simplemente hablar con Dios, e intentar escucharlo cuando me susurra la verdad.

Amiga, el gozar de salud emocional no es una utopía. Conozco muchas chicas que han encontrado paz verdadera y un balance interno a través de la meditación en la palabra de Dios.
Más aun, es indispensable que dediques tiempo a tu plenitud emocional para que todas las demás relaciones, con tus padres, hermanos, amigos, pareja, hijos, etc. se construyan sobre un cimiento bien fuerte.

En la adolescencia las emociones se disparan y muchas veces nos hacen ver justamente como no queremos que los demás nos vean. Demasiado impulsivas, enojonas, arrebatadas, impacientes, etc. y lo único que logramos con ese comportamiento es advertirle a los demás que hay algo que no está bien dentro nuestro.
Si estás atravesando una crisis emocional o has notado una hipersensibilidad en ti últimamente, tómalo como algo muy serio. Sería bueno que dediques unos días a meditar, orar a Dios y hasta pedir consejo a alguien de confianza que consideres que puede ayudarte a que encuentres paz interior.