La esperanza que tenemos al conocer a Dios, lejos de garantizarnos que no tendremos problemas, nos da la fortaleza necesaria para pasar por ellos y superarlos con una mayor entereza. Ya no tenemos que enfrentar la vida solas. Hay un poder sobrenatural dentro nuestro que nos sostiene y nos da la sabiduría y el consuelo para poder enfrentar las pruebas de la vida.

Lee estas palabras de Jesús:

“Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”. Juan 16:33

El rendir nuestro corazón a Dios y el depender de El en nuestro caminar, pone esta victoria a nuestra disposición. Pero muchas veces tendemos a pensar que nuestras buenas obras pueden “comprar” el favor de Dios, su protección o manipular su opinión sobre nosotras. ¡Nada más alejado de la realidad!

Dios nos ama incondicionalmente y no hay nada que podamos hacer para que El nos ame más o nos ame menos.

De El recibimos constantemente aceptación, amor y aprobación gratuitamente. Ni horas de ayuno, ni largas oraciones, ni obras de caridad, ni un comportamiento intachable pueden asegurarnos que no enfrentaremos situaciones difíciles. Pero de lo que podemos estar seguras es que las pruebas que se atraviesen en nuestro camino nos servirán de plataformas para madurar, crecer y comprender a quienes experimenten situaciones similares. Aquí te dejo unos pasos sencillos para esos momentos:

1 – Enfrenta cada prueba con la expectativa alegre de que Dios Todopoderoso está contigo.

2 – Refúgiate en la Palabra y oye a Dios.

3 – Busca una amiga confiable que te ayude a orar. ¡No te quedes sola!

4 – Ponlo en perspectiva. Aunque hoy parezca el fin del mundo, esto pronto pasará y te habrá hecho una mujer más fuerte y de fe.

5 – Úsalo para traer gloria a Dios. Tu experiencia y testimonio pueden traer libertad a muchas otras mujeres, por lo tanto, asegúrate de compartir lo aprendido.

Desde aun antes de nacer Dios te formó y te equipó con todo lo necesario para sobreponerte a momentos difíciles y vencer las adversidades. Eres mucho más fuerte de lo que piensas que eres; no por méritos propios, sino porque el Todopoderoso vive en ti.