Me encanta la definición de autoimagen que ofrece la escritora Joyce Meyer: «La autoimagen es la foto de nosotros mismos que llevamos en nuestro interior».

Del mismo modo que los papás y abuelos llevan una foto de sus hijitos y nietos en su billetera o cartera, así podemos definir nuestra autoimagen.

Ya sé, no me tildes de anticuada. Vamos a modernizarnos un poco y mejor digamos que la autoimagen es como la foto que llevamos en nuestro Ipod o teléfono, ¿cierto? Eso suena un poco mejor, ¿no?

No obstante, permíteme ahora darte una mala noticia, amiga. Esa foto que vemos de nosotras mismas… ¡no es la verdad! Es decir, está distorsionada por nuestra propia perspectiva, nuestro pasado, nuestros errores, nuestras malas vivencias, nuestra culpabilidad y muchas cosas más. La imagen que vemos de nosotras mismas no es la imagen que ve Dios. Él nos ve a través de sus ojos llenos de amor, perdón y compasión.

A fin de volver a percibir la imagen original, tal como Dios la creó, es fundamental que nos acerquemos a él y conozcamos su opinión en cuanto a nosotras.

¿Cómo podemos conocer la opinión que Dios tiene de nuestra persona? Leyendo la carta que nos dejó escrita: la Biblia.

Si pudiéramos resumir en unas pocas palabras cómo Dios nos ve, podríamos decir que «él nos ama incondicionalmente y está muy contento con nosotras». Es verdad que muchas hemos tenido que enfrentar situaciones difíciles en nuestro pasado, no lo vamos a negar; y estoy segura de que cada una de nosotras tiene una historia diferente que contar.

No obstante, ¿por qué decidí incluir el tema de la autoimagen en este libro? Porque creo que necesitamos estar emocionalmente sanas a fin de desarrollar relaciones saludables con nosotras mismas y los demás.

Hasta que no nos aceptemos y aprobemos, ninguna cantidad de aprobación por parte de los demás nos dará un sentido de seguridad. La verdadera libertad llega cuando entendemos que no necesitamos luchar para obtener de las personas lo que Dios nos da gratuitamente: amor, aceptación, aprobación, seguridad, dignidad, valor y muchas otras cosas más.

Si no nos amamos a nosotras mismas, querida amiga, seremos incapaces de amar a otros. Así que dedica tiempo para trabajar en tu autoimagen. Deja que Dios susurre palabras llenas de verdad en tu interior. Deja que él pinte una nueva foto de acuerdo a la manera en que te ve.

¡Manos a la obra!

¿Qué cosas no te gustan de ti misma? Sé concreta. Aparta un tiempo ahora mismo y haz un inventario:

 

  1. _________________________________________________

 

  1. _________________________________________________

 

  1. __________________________________________________

 

  1. __________________________________________________

 

  1. __________________________________________________

 

Ahora te propongo que tomes la decisión de desarrollar una actitud nueva y más positiva hacia tu persona y esas áreas difíciles. Proponte tener una buena opinión de ti a fin de reflejar esa libertad y amar a los demás. Recuerda que todo el tiempo proyectamos hacia otros lo que sentimos con respecto a nosotras mismas.

«La manera en que te tratas a ti misma establece los estándares de los demás para tratarte». Sonya Friedman

«Existe una evidencia muy grande de que mientras mayor sea nuestra autoestima, vamos a poder tratar mejor a los demás». Nathaniel Branden