«La persona más influenciable con la que hablarás todo el día eres tú. Ten cuidado entonces acerca de lo que te dices a ti mismo». Zig Ziglar.
«La persona promedio habla consigo misma alrededor de catorce horas diarias. Lo más sorprendente es que varias investigaciones han demostrado que más del ochenta por ciento de este diálogo interno es negativo, pesimista, contraproducente y con seguridad nos impide utilizar nuestro verdadero potencial. Leíste bien, la gran mayoría de nosotros nos encargamos de sabotear nuestro propio éxito con nuestro dialogo interno: estudiantes que van a presentar un examen o una prueba con la seguridad de que no lo van a aprobar; personas que se presentan a una entrevista de trabajo con la absoluta certeza de que no serán aceptados; vendedores que visitan a sus clientes para presentarles un nuevo producto, pero que inconscientemente están seguros de que serán rechazados. Tan absurdo como pueda parecer, muchas personas emplean gran parte del día pensando en cientos de problemas que aun no han sucedido, pero pueden llegar a suceder, repasando mentalmente sus debilidades, recordando errores pasados y caídas, ensayando una y otra vez los fracasos que desesperadamente buscan evitar.
»Nuestro diálogo interno influirá en nosotros y nos afectará mucho más de lo que podemos imaginarnos, y no hay nada que podamos hacer para evitarlo. La opción que sí tenemos es escoger entre utilizarlo como una herramienta de programación positiva o como un arma de autosabotaje. Recuerda que nuestra personalidad se forma como resultado de todo aquello que se nos dice mientras crecemos, independientemente de si es cierto o no». (Extraído del libro Los genios no nacen… ¡se hacen!, del Dr. Camilo Cruz).
En la Biblia encontramos un versículo que describe cómo deben ser nuestros pensamientos: «Consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio» (Filipenses 4:8).
¿Recuerdas la frase que utilizamos en otras ocasiones: «Basura entra, basura sale»? Si permites que entre basura a tu mente, solo podrá salir basura de tu boca y a través de tus acciones. Dios conoce todos tus pensamientos, amiga, y no hay manera de que, por vergonzosos que sean, puedas esconderlos de él. Si has estado luchando con pensamientos de derrota, pecado, culpabilidad, lujuria o muchas cosas más que buscan destruirte y avergonzarte, por favor, pídele ayuda a alguien de tu confianza que pueda orar contigo y empieza a llevar a cabo acciones que te saquen de ese lugar. Intenta reemplazar esos malos pensamientos por otros buenos. ¿Cómo? Dios nos dice que podemos limpiar nuestro camino y nuestra mente leyendo la Biblia. Intenta hacerte el hábito de comenzar tus mañanas meditando en un versículo de la Palabra de Dios, para que durante el resto del día recuerdes las cosas buenas y las promesas preciosas que Dios te hace en la Biblia. Eso te sostendrá a lo largo de tus tareas, estudio, trabajo y demás actividades.
Por demasiado tiempo hemos dejado que lo que otros piensan de nosotras nos angustie y nos condicione. Es tiempo de que creamos lo que Dios dice sobre nosotras. Él afirma que somos sus hijas, que nos ama y tiene planes mucho más grandes para nosotras de lo que podemos imaginarnos. Él nos asegura que si está con nosotras nadie podrá hacernos frente. Él asevera que oye cada una de nuestras palabras y está pendiente de nosotras. Dios te ama y dice muchísimas cosas acerca de ti. Busca en la Biblia y repasa cada mañana esas palabras de amor. Te van a sostener y animar a lo largo de todo el día.
«Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares». Salmo 139:1-3
¿Que te parece, querida amiga, si buscas en la Biblia estos cinco versículos en los que Dios habla de ti? Escríbelos y tenlos a la mano para releerlos cuando lo necesites.
1- Jeremías 29:11
2- Isaías 26:3
3- Salmo 27:1
4- Salmo 34:7
5- Isaías 45:2-3