Amiga, es muy importante que cuidemos de nuestra salud si queremos vivir largos años sobre la tierra. Como alguien dijo alguna vez: «Vamos a vivir toda una eternidad con Dios si amamos a Jesús, pero, ¿qué apuro hay?».

¡Tenemos una vida que aprovechar! Tenemos metas que concretar. Me imagino que al igual que yo, sueñas con tener una familia, ser madre, ver crecer a tus hijitos, verlos estudiar, casarse y realizarse en la vida. Creo que por lo general, mientras somos adolescentes y jóvenes, pensamos que tenemos toda una vida por delante y no tomamos decisiones sabias en cuanto a nuestra salud. Sin embargo, cuando tengas la bendición de ser mamá, vas a darte cuenta de que la responsabilidad de vivir muchos años para ver crecer y cuidar a tus hijos te hace mucho más conciente en lo que respecta a cuidar tu integridad física. No hablo de arreglarte y verte bonita, aunque eso también es parte del paquete femenino, sino más bien de tener una buena alimentación y realizar algún tipo de ejercicio físico que te mantenga saludable.

Debo reconocer que aunque estoy tratando de trabajar en el tema, con las ocupaciones y actividades de la rutina diaria no resulta nada fácil ocuparse de la salud. No obstante, considéralo desde este punto de vista. Aunque tengas los sueños más hermosos y las ambiciones más altas, aunque tengas todo el talento del mundo y la meta clara a la que quieres llegar, si no posees una salud plena para desarrollarte nunca nada de eso llegará a concretarse.

Ha llegado la hora de preocuparte por tu salud. Hazte chequeos de rutina y no pospongas las visitas al médico. Hace unos meses atrás me hice una cierta cantidad de estudios generales para ver cómo estaba mi salud y gracias a Dios encontré que estaba muy bien. El problema es cuando damos por hecho que la salud está bien y bajamos la guardia en este aspecto.

No te hablo de «traumatizarte» en cuanto a este tema y estar pensando todo el tiempo que padezcas de alguna enfermedad. Más bien me refiero a tomar pequeñas decisiones diarias que te conduzcan a tener un estilo de vida saludable. Por ejemplo, proponte hacer algún tipo de actividad física al menos tres veces a la semana. A algunas chicas les encanta ir al gimnasio, a otras les funcionan otro tipo de actividades. Tengo amigas que disfrutan de hacer gimnasia en sus casas con la ayuda de algún DVD. Otras simplemente dedican unos cuarenta minutos diarios o tres veces por semana para salir a caminar. No sé cuál de estas opciones te convenga más, pero anímate a incluir en tu rutina las actividades físicas y verás lo bien que te vas a sentir.

Y vayamos un poquito más allá: ¡cuida tu alimentación! Opta por incluir en tu dieta frutas, vegetales, productos lácteos, en fin, una variedad de elementos de esa famosa pirámide alimenticia que estudiamos en la primaria, ¿te acuerdas? ¡Y también hazte el hábito de tomar mucha agua! Te vas a sentir fresca, hidratada, y los efectos se van a comenzar a ver en tu piel también.

Ya sé que todo esto suena como consejo de abuelitas o madres regañonas, pero a medida que vayas creciendo, si no le brindas a tu cuerpo los nutrientes necesarios, este te va a pasar factura. Imagínate todo el problema de salud que puede generarte una vida desequilibrada y una dieta continua llena de grasas. Tus hijos, tu esposo, toda tu familia y tus amigos te necesitan bien, sana, con energías. ¡Dios te necesita sana, fuerte, lista para cumplir con los propósitos que tenga destinados para ti!

Por último, duerme bien. Aunque te encuentres en medio de tus exámenes, aunque estés llena de actividades, está comprobado científicamente que si no descansas bien, ni tu mente ni tu cuerpo se reponen para las tareas del próximo día. Es más, se produce tal desgaste que se va acumulando al paso de los días. Duerme al menos ocho horas diarias. ¿Y por qué no? Si tienes tiempo, tírate un rato para tomar una siestita reparadora, la cual siempre viene bien.

Te dejo unas líneas aquí debajo para que escribas las resoluciones que quieres lograr en cuanto a este tema. ¡Es hora de cuidar tu salud, querida amiga!

 

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«¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños». 1 Corintios 6:19