Amiga, si hoy yo te dijera: “prepara las maletas que nos vamos a Hawai”, (…después de hacer un escándalo y pegar un grito de alegría) ¿Qué ropa y artículos pondrías en tu maleta?
Te ayudo: traje de baño, chancletas, bronceador, lentes de sol, un sombrero, ropa fresca y liviana… y seguramente mil cosas más, ya que a las mujeres nos encanta llevar 4 o 5 maletas llenas de cosas “indispensables” aunque se trate de un viaje de un fin de semana.

Imagínate si tu mejor amiga tuviera un viaje planeado para la misma fecha que el tuyo pero con destino al polo Norte. ¿Ya pensaste más o menos en el tipo de ropa y cosas que llevaría en su maleta?
Algo así como: la chaqueta más abrigada que encontró, pares y pares de calcetines calentitos, guantes, bufandas, suéteres, en fin, todo lo necesario para enfrentarse con un frío atroz. Ahora supongamos que en la emoción de la despedida se confundieron de maletas y tú te llevas su maleta para Hawai, y ella se lleva tu maleta para el Polo Norte… ¡tremendo problema!, ¿verdad?

Así de importante es saber hacia dónde te diriges en tu vida, querida amiga, para llevarte todo lo necesario. Necesitas planear y organizar tu trayecto de forma intencional para asegurarte de que mientras te diriges hacia tu destino cuentes con todo lo necesario: estudios que te ayuden a cumplir el llamado de Dios, amigos que cooperen con ese llamado, relaciones de influencia que te acerquen al lugar de destino, y por sobre todas las cosas, ¡un compañero de viaje que vaya hacia el mismo rumbo!

Una relación diaria con Dios te va a dar la seguridad de conocer para qué fuiste creada, cuál es tu rol aquí en la tierra, con qué propósito te creó Dios y cuál será la huella que dejarás para las futuras generaciones.
Mientras antes descubras esa dirección, más fácil te va a ser emplear todo tu tiempo, energía y esfuerzo para acercarte un pasito más cada día al lugar a donde quieres llegar.