Amiga, ¿nunca escuchaste eso de la media naranja? ¿Ese mito que dice que hasta que no encontremos al chico de nuestros sueños, andaremos sin un propósito en la vida? ¿Qué onda? ¿Estamos completas o necesitamos a alguien más para estarlo?
Hay una tendencia generalizada muy fuerte entre las chicas, de pensar que en el momento en que encontramos a alguien para comenzar una relación de amistad con potencial de convertirse en un noviazgo formal, entonces sí podemos sentirnos completas y comenzar a funcionar de acuerdo a los propósitos de Dios.
Sin embargo, cuando esperamos que la otra persona llene todos esos vacíos, nos auto engañamos. Lo que esta situación está evidenciando, es que en realidad lo que tenemos es una necesidad en lo más profundo de nuestra alma, producto de carencias afectivas; o simplemente quizás estemos lidiando con la soledad.
Dios es perfecto y todo lo que El crea es completo. ¡El no hace cosas imperfectas ni a medias! Así que no hay tal cosa como que el plan de Dios para tu vida dependa de encontrar al amor de tu vida, o de convertirte en la esposa de… Dentro de ti ya está todo lo que necesitas para cumplir con los sueños de Dios para ti. Mientras te ocupas en servir a Dios, agradarlo solo a El con todo tu corazón y perseguir tu sanidad emocional, te estás preparando para ser la mejor chica para tu futuro esposo.
No pienses que la otra persona va a suplir todas tus carencias, sino que cuando llegue el momento de comenzar esta relación de a dos, ¡tú tengas mucho par dar! La actitud correcta sería: voy a estar con esta persona para darle lo mejor de mí. En otras palabras podríamos decir: “¿qué tengo yo para darte a ti”?; en lugar de decir: “¿qué tienes tú para completarme a mi?”.