Partamos del punto de que ninguna de nosotras pudo elegir quiénes serían sus padres. Ya sea que hablemos de padres biológicos o padres adoptivos, tenemos que creer que el plan de Dios para nuestras vidas incluía a los que hoy conocemos como nuestros «padres».

¿Sabías que la opinión que más le importa a todo ser humano es la de sus padres? Queramos o no admitirlo, podemos soportar las burlas de nuestros compañeros en la escuela, las críticas de algún profesor, o las palabras negativas de algún pariente. Sin embargo, definitivamente, ninguna de esas opiniones nos afectará tanto como la opinión que salga de la boca de nuestros padres. ¡Que increíble es que Dios haya dispuesto que todo ser humano nazca del núcleo del papá y la mamá! Este constituye el lugar de mayor seguridad para toda criatura.

Hoy en día, es muy común que las chicas provengamos de hogares fragmentados, donde alguno de los dos padres faltó o estuvo ausente. Por eso, si tienes la dicha de tener a tus dos padres, ¡disfrútalos y aprovéchalos! Exprésales claramente tu gratitud y amor sin dar nada por hecho. Es decir, hazte el hábito diario de decirles cuánto los amas. Una clave para mostrarles tu amor sin necesidad de usar palabras es simplemente obedecerles, confiar en sus decisiones y demostrarles que ellos también pueden confiar en ti.

Si has tenido problemas con tus padres o la relación no ha sido muy buena últimamente, intenta dar pasos que te acerquen más a ellos a fin de recomponer la relación. Acuérdate que tus padres constituyen uno de los pilares más importantes de tu mundo, así que cualquier inversión en tiempo de calidad con ellos siempre te va a beneficiar.

Dios nos dice en la Biblia que honremos a nuestros padres, porque de esa manera viviremos más años saludables en esta tierra. Y déjame decirte, querida amiga, que honrar a los padres es mucho más que respetarlos, también implica no juzgarlos.

¿Sabes algo? Por lo general, eso que nos molesta de nuestros padres, esas actitudes o errores que vemos de manera evidente en ellos y prometemos que nosotras nunca cometeremos con nuestros propios hijos en el futuro, eso tan temido y que tanto daño nos ha hecho de sus comportamientos… ¡termina siendo justamente lo que repetimos cuando nos toca convertirnos en madres! Dios no nos ha puesto como sus jueces, sino que esa es su tarea. Lo que sí nos toca a ti y a mí es amarlos (aunque muchas veces nos cueste, ya que nadie dice que sea fácil, pero sí es lo más sabio) y obedecerles.

Y amiga, de ti depende también ganarte su confianza.

¿Pueden tus papás confiar en ti?

¿Eres sincera con ellos?

¿Les ocultas cosas de las que deberían estar enterados?

¿Cómo respondes en los momentos de tensión?

¿Cuál es tu reacción ante su corrección?

Hay mucho como hija que puedes hacer para que esta relación tan importante sea genuina y placentera.

Por lo tanto, ¿qué te parece si ponemos manos a la obra ya mismo? Dedica unos minutos a pensar en tres virtudes que aprecias de cada uno de ellos. Usa este libro como un diario que te permita registrar tus pensamientos. Seguramente encontrarás muchas más de tres razones para admirar a estas dos personas:

 

Mi mamá:                    Mi papá:

 

1.__________________________     1.___________________________

 

2.__________________________     2.___________________________

 

3.__________________________     3.___________________________

 

Ahora puedes dar un paso más allá. Asegúrate de que tus padres se enteren de que tanto tú como los demás pueden ver estas cualidades positivas en ellos. ¡Sé creativa! Déjales una notita, sorpréndelos con un regalo, envíales un texto, un e-mail, o simplemente déjales un mensaje sorpresa por teléfono. ¡Sí, ya sé que nuestros padres también cometen errores! Sin embargo, ¿qué te parece si hoy los pasamos por alto?