Seamos honestas amiga, muchas veces nos sentimos solas. Yo también he estado ahí. Me acuerdo que hace unos años atrás, antes de conocer a Sergio, le pedía a Dios que «guardara» a aquel que iba a ser mi novio, en el sentido de que lo protegiera. Sin embargo, con el paso del tiempo comencé a reclamarle al Señor, porque pensé que le había pedido tantas veces que lo «guardara», que más bien me lo había «escondido», ya que el anhelado novio nunca llegaba. ¡Es broma!

No hay nada de malo en sentirnos solas de vez en cuando, querida amiga. El problema surge cuando este sentimiento de soledad se vuelve tan habitual que nos lleva a la desesperación, la angustia y la depresión.

¡Qué ironía que vivamos constantemente rodeadas de ruidos, gente, conversaciones, música, sonidos, bullicio, y que aun así por dentro sintamos una tremenda soledad!

La soledad nos lleva a intentar llenar ese vacío con cualquier cosa. Conozco chicas que con tal de no experimentar ese sentimiento acceden fácilmente a comenzar una relación con un chico que ni siquiera les interesa o les gusta.

Otras chicas intentan escapar de su realidad y la angustia que les provoca la soledad mediante las drogas, el alcohol, el juego, el sexo y otras cosas más, por lo general influenciadas por malas compañías.

No podemos negar que hay momentos en que nos sentimos más solas que en otros. El tema es qué podemos hacer para no quedarnos en ese pozo y salir rápido de allí. Quizás estos consejos puedan ayudarte:

Busca a alguien de confianza que pueda escucharte. A veces el oído atento de un amigo o amiga puede ayudarnos a llevar el peso de la soledad.

  • No te quedes sola en casa. Cambia de ambiente, date una ducha, maquíllate, arréglate y sal a dar una vuelta.
  • Levanta el teléfono y llama a esa amiga que hace tiempo no ves.
  • Piensa en todas las cosas por las que tienes que estar agradecida. Aunque enfrentes un momento difícil, intenta enfocarte en las cosas buenas que te rodean y puedes disfrutar hoy.
  • Haz algo por alguien que está peor que tú. A veces, ver las necesidades de los demás nos pone en la perspectiva correcta para reconocer que tenemos mucho por lo cual dar gracias.
  • Habla con Dios y cuéntale francamente lo mal que te sientes, e intenta escuchar su voz llena de amor.

Lee estas palabras de aliento que se encuentran en la Biblia:

«¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! Y si dijera: “Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío”, ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti la oscuridad que la luz!». Salmo 139:7-12

En tu hora más oscura, querida amiga, es cuando más claramente puedes ver la mano de Dios sosteniéndote. Mientras que antes no había esperanza, ahora puedes contar con tu Padre que te ama, te escucha, te abraza y te consuela. Su amor es tan grande que no tiene comparación con ningún sentimiento humano que hayas conocido o experimentado antes. En esos días de dolor y confusión, lee diariamente las palabras de ese Salmo y recuerda que hay un poder mucho más grande que el tuyo que está sosteniéndote siempre.